El real brasileño se despide de 2024 con moratones. Es la peor moneda de las economías emergentes este año, una tormenta perfecta en la que el mercado ha perdido confianza en la capacidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva de poner orden a las cuentas fiscales del país de la bossa nova. En vísperas del año nuevo, el real pierde el 21,82% de su valor con respecto al dólar en lo que va del año y cotiza en 6,18 reales por dólar. Es una de las caídas más abultadas del siglo XXI, solo superada por los ejercicios 2002, 2008, 2015 y 2020. Todo suma en la debacle de la moneda: las medidas del Banco Central de Brasil (BCB) no logran contener la inflación, instalada por encima de la meta del 3% (un 4,87% interanual en noviembre); las medidas fiscales que pretenden ahorrar 11.160 millones de euros de gasto público, anunciadas por el ministro de Hacienda Fernando Haddad, se perciben contradictorias, pues reducen el gasto fiscal, sobre todo en las pensiones de militares, pero al mismo tiempo dejan exenciones para las rentas bajas (26 millones de brasileños que ganan menos de 840 dólares al mes). Así, el déficit fiscal alcanza el 9,42% del PIB y el nivel de deuda bruta, el 78,20%.
La divisa cierra uno de los peores ejercicios de la historia reciente, con una depreciación del 21,82%. El mercado mira con recelo los intentos de sanear las arcas públicas, mientras la inflación repunta y el déficit fiscal ronda el 10%
El real brasileño se despide de 2024 con moratones. Es la peor moneda de las economías emergentes este año, una tormenta perfecta en la que el mercado ha perdido confianza en la capacidad del presidente Luiz Inácio Lula da Silva de poner orden a las cuentas fiscales del país de la bossa nova. En vísperas del año nuevo, el real pierde el 21,82% de su valor con respecto al dólar en lo que va del año y cotiza en 6,18 reales por dólar. Es una de las caídas más abultadas del siglo XXI, solo superada por los ejercicios 2002, 2008, 20015 y 2020. Todo suma en la debacle de la moneda: las medidas del Banco Central de Brasil (BCB) no logran contener la inflación, instalada por encima de la meta del 3% (un 4,87% interanual en noviembre); las medidas fiscales que pretenden ahorrar 11.160 millones de euros de gasto público, anunciadas por el ministro de Hacienda Fernando Haddad, se perciben contradictorias, pues reducen el gasto fiscal, sobre todo en las pensiones de militares, pero al mismo tiempo dejan exenciones para las rentas bajas (26 millones de brasileños que ganan menos de 840 dólares al mes). Así, el déficit fiscal alcanza el 9,42% del PIB y el nivel de deuda bruta, el 78,20%.
Los esfuerzos del BCB por intervenir en el mercado solo han sido paños de agua tibia, que subrayan los límites de la autoridad monetaria ante a un desequilibrio presupuestario que solo el Gobierno puede corregir. El organismo ha intervenido mediante la venta de 17.000 millones de dólares solamente en diciembre, con la esperanza de que la ley de oferta y demanda haga su trabajo, en cuatro subastas de divisas estadounidenses, la última este mismo jueves. Tras ella, real ganó un 0,5% antes de volver a ceder. Y la fuga de capitales persiste: el BCB informó de salidas de divisas por 14.084 millones de euros entre el 1 y el 19 de diciembre, según un informe publicado el lunes.
La presión sobre la moneda brasileña incrementó tras el recorte a las tasas de interés que realizó la Fed el 18 de diciembre. Tras el anuncio de Jerome Powell de enfriar la senda de bajada de tipos, los inversores se vieron seducidos por los bonos del Tesoro estadounidense, lo que a su vez supone un fortalecimiento del dólar respecto otras monedas. Entonces, el real bajó a la cota de 6,29 reales, un precio nunca antes visto. Ante esta renovada presión, el BCB anunció nuevos incrementos en las tasas de interés, que pasaron del 11,25% al 12,25%.
Da Silva criticó las medidas del organismo monetario, sobre todo porque quiere priorizar el crecimiento interno. En declaraciones a la cadena de televisión brasileña TV Globo, el líder de izquierdas dijo que “lo único que está mal en el país es que las tasas de interés estén por encima del 12%”. Con este escenario, las empresas brasileñas que tienen deuda en dólares, pero que tienen ingresos en la moneda local— sobre todo aquellas de sectores como el aéreo y el de consumo al por menor —asumen una deuda cada vez mayor solo por el diferencial entre divisas. Y apalancar crecimiento con la deuda más cara es un escenario inviable.
Lula tendrá que barajar otras opciones, sobre todo porque la autoridad monetaria ya ha anunciado nuevos incrementos en las tasas de interés para 2025. Los economistas brasileños han elevado sus previsiones de inflación y costos de endeudamiento para 2025, según una encuesta semanal del banco central publicada el lunes. Los resultados prevén que las tasas de interés en Brasil (Selic) suban al 15% en junio de 2025. Y solo anticipan la flexibilización monetaria para diciembre de ese año, con la tasa cayendo al 14,75%. Será así hasta finales de 2026, cuando se prevé que caiga hasta el 11,75%.
El gobernador saliente del banco central, Roberto Campos Neto, lideró la decisión de subir las tasas en un punto porcentual este mes y su sucesor, Gabriel Galípolo, ya se ha comprometido a elevar el precio del dinero en dos puntos porcentuales adicionales para marzo. El banco central lucha contra una inflación atrincherada. Los analistas encuestados prevén un aumento de los precios al consumidor del 4,84% el próximo año, por encima del límite de tolerancia del 4,5% fijado por el BCB. La inflación anual se proyecta en el 4% en 2026 y del 3,8% en 2027; ambas cifras por encima del objetivo del 3%.
El mercado no termina de creer en los planes de austeridad de Lula. Sobre todo porque el proyecto fue aprobado por el Congreso brasileño la semana pasada, pero lo hizo con cambios que reducirán los ahorros potenciales en 1.000 millones de reales (157 millones de euros), en lugar de los 70.000 millones de reales anunciados en primera instancia. Parece que los moretones del real brasileño tardarán en desvanecerse.
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