Un cúmulo de incertidumbres acosan a los mercados financieros, y el inversor deberá tenerlas muy en cuenta a la hora de invertir el próximo año para que no se conviertan en inesperados cisnes negros. Valoraciones de las Bolsas exageradas, como el caso actual de Estados Unidos; rallys desaforados del bitcoin y del resto de criptomonedas sin un respaldo económico detrás; concentración de los beneficios y de las subidas bursátiles en un reducido número de valores que dan una falsa sensación de euforia; volúmenes de deuda pública en máximos históricos, y debilidad política de los actuales gobiernos europeos, con Francia a la cabeza, en un momento de creciente tensión geopolítica y de amenaza global de guerra comercial con la llegada al poder de Donald Trump. Son los focos de tensión en el mercado capaces de despertar las alarmas del inversor precavido.
Los récords de los índices invitan a los inversores a ignorar los desórdenes que acechan a los mercados: Bolsas caras, concentración del mercado en pocos valores, volumen de deuda pública en máximos, euforia del bitcoin y riesgo geopolítico sobre las grandes economías
Un cúmulo de incertidumbres acosan a los mercados financieros, y el inversor deberá tenerlas muy en cuenta a la hora de invertir el próximo año para que no se conviertan en inesperados cisnes negros. Valoraciones de las Bolsas exageradas, como el caso actual de Estados Unidos; rallys desaforados del bitcoin y del resto de criptomonedas sin un respaldo económico detrás; concentración de los beneficios y de las subidas bursátiles en un reducido número de valores que dan una falsa sensación de euforia; volúmenes de deuda pública en máximos históricos, y debilidad política de los actuales gobiernos europeos, con Francia a la cabeza, en un momento de creciente tensión geopolítica y de amenaza global de guerra comercial con la llegada al poder de Donald Trump. Son los focos de tensión en el mercado capaces de despertar las alarmas del inversor precavido.
1.-Valoraciones del S&P 500
Los analistas llevan repitiendo más de un año el mantra de que las acciones de Estados Unidos están muy caras, frente a las oportunidades que suponen las europeas por su mejor valoración, pero el dinero insiste tozudo en invertir al otro lado del Atlántico. Pero Clement Inbona, gestor de fondos de La Financière de l’Échiquier (LFDE), considera que la renta variable estadounidense está cara desde el punto de vista de la valoración, tanto en relación con su propia historia como con el resto del mundo y otras clases de activos. Varias cifras hablan por sí solas. “En la actualidad, atendiendo al famoso PER (número de veces que el precio contiene el beneficio por acción), la renta variable europea cotiza con un descuento cercano al 40% frente a la estadounidense. Y añade: “un inversor está dispuesto a pagar las acciones estadounidenses a 22,5 dólares por 1 dólar de beneficiosdurante el próximo año, mientras que una empresa cotizada a este lado del Atlántico le costaría una media de solo 13,5 dólares”, explica.
Por un dólar del beneficio de una cotizada, en Estados Unidos se pagan 22,5 y en Europa 13,5
En un reciente artículo, el gestor de Renta 4 Alpha, Alberto Espelosín, apuntaba a una diferencia de PER de ocho puntos a favor de la bolsa estadounidense, lo que supone un máximo en 20 años y nos devuelve a los tiempos de la burbuja puntocom del inicio del siglo. Una diferencia que, en su opinión, tiene que ver con la preminencia de los siete magníficos en Wall Street (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Nvidia, Meta y Tesla) debido a los mejores márgenes empresariales y mayor crecimiento: antes de la llegada de estos valores el diferencial de PER con Europa era solo de dos puntos a favor de los mercados de acciones estadounidenses. Sin duda, y pese a las altas valoraciones, la Bolsa de EE UU ejerce como un imán sobre los inversores que buscan oportunidades en las que serán las grandes tendencias del futuro, la tecnología y la inteligencia artificial. Europa en cambio, apenas cuenta con gigantes tecnológicos capaz de competir con los de Silicon Valley.
2.- Fiebre por los criptoactivos
El pasado jueves, el bitcoin, la primera y principal criptodivisa del mundo, lograba superar la barrera de los 100.000 dólares. La victoria de Donald Trump en las pasadas elecciones del 5 de noviembre ha sido clave en este rally alcista que partía de los 69.450 dólares el día de la votación. El presidente republicano hizo en su campaña electoral una clara defensa de la criptodivisa, que piensa incorporar a las reservas del país, y esta misma semana le dio un espaldarazo decisivo al nombrar presidente del supervisor de mercados, la SEC, a Paul Atkins, un ferviente defensor de eliminar trabas al universo cripto. El Estado de Pensilvania, por ejemplo, prepara una ley que permitiría invertir hasta el 10% de los fondos estatales de contingencia (7.000 millones de dólares) en bitcoin, como una forma de combatir la inflación y diversificar sus inversiones. Estas medidas suponen la institucionalización como activo financiero del bitcoin y del resto de criptodivisas, que han alcanzado una capitalización total de 3,05 billones de dólares.
El Dogecoin ha sido uno de los criptoactivos con mejor desempeño recientemente (ha doblado su precio desde las elecciones en Estados Unidos), tras el anuncio de que Elon Musk, autoproclamado “Dogefather”, liderará el Departamento de Eficiencia Gubernamental (D.O.G.E, por sus siglas en inglés) bajo la administración entrante de Trump. Otros memecoins como Pepecoin y Bonk también han experimentado ganancias muy elevadas. En definitiva, la victoria de Trump ha avivado el apetito por los activos de más riesgo, en un ambiente de euforia que ignora duros episodios del pasado como la quiebra de FTX y las reticencias que siguen mostrando hacia los criptoactivos instituciones financieras como el BCE.
3.- Concentración en los índices
EE UU representa casi el 70% del principal índice bursátil mundial (MSCI), frente a un peso del 30% en los años 80, aunque su peso en la economía global es del 27%. Y en otra demostración de la concentración que viven los mercados, las acciones de los siete magníficos comprenden aproximadamente el 30% de la capitalización de mercado del índice S&P 500. “Los rendimientos del S&P 500 este año han sido espectaculares, con el índice subiendo un asombroso 28% en lo que va de año, y recientemente superando el nivel de 6.000 puntos. Pero no es ningún secreto que este desempeño estelar se debe a un puñado de acciones tecnológicas, los llamados siete magníficos ,que han tenido un rendimiento del 41% en lo que va de año, frente a solo el 18% de las 493 acciones restantes”, explican los analistas de Goldman Sachs en un reciente informe. El estratega jefe de acciones de EE UU de este banco de inversión, David Kostin, sostiene que los inversores sí deben preocuparse por la concentración del mercado en el largo plazo: pronostica una rentabilidad media anualizada del S&P 500 del 3%, muy por debajo de la media histórica del 11% y 4 puntos por debajo de la media del 7% que sugeriría el modelo excluyendo la concentración del mercado.
EEUU representa ahora el 70% del índice mundial frente al 30% en los años ochenta
El presidente de Rockefeller International, Ruchir Sharma, en un reciente artículo extendía el atractivo de los mercados estadounidenses a los mercados de deuda y privados. Según este experto, en lo que va de 2024, los extranjeros han inyectado capital en la deuda estadounidense a un ritmo anualizado de 1 billón de dólares, casi el doble que en la zona euro. EE UU atrae ahora más del 70% de los flujos hacia un mercado mundial de 13 billones de dólares (12,4 billones de euros) de inversiones privadas, que incluyen acciones y deuda privada.
La buena marcha del mercado estadounidense ha tomado aún más impulso con la victoria de Donald Trump, que ha sido recibido con alzas por sus propuestas de menos regulación y menos impuestos. Pero sus políticas también tienen un riesgo inflacionista, con fuertes aranceles a la importación y deportaciones de inmigrantes, que pueden derivar en un menor crecimiento.
4.-Volumen de deuda pública, en máximos
El gigante estadounidenses acaba de superar un volumen de deuda pública de 36 billones de dólares (33,99 billones de euros), frente a un PIB que en 2023 fue de 25,6 billones de euros. La vuelta de Trump al poder ha tensionado el mercado de deuda ante sus anunciadas políticas de reducción de impuestos e incremento del gasto que, previsiblemente, aumentarán el déficit anual y engordarán la cifra de deuda. El mercado ya ha reaccionado con subida de los tipos de los bonos a 10 años en torno al 4,2%, aunque llegaron a rozar el 4,5% tras las elecciones. Los más agoreros no descartan que el bono estadounidense alcance niveles del 5% que otras veces ha activado las ventas en Bolsa. El matemático y experto en los mercados, Juan Ignacio Crespo, se remite a 2016 en la primera victoria de Trump cuando los tipos subieron con fuerza durante 20 sesiones para luego volver a caer. “Los vigilantes de los bonos están al acecho con la escopeta cargada”, explica Crespo ante cualquier dato malo de inflación o cualquier declaración altisonante de la Reserva Federal o de la nueva Administración. En definitiva, si Trump cumple al máximo con sus promesas electorales podría romper el idilio con los mercados.
Las cosas no están mucho mejor en Europa con una deuda en torno al 88% del PIB que el FMI prevé que se enquiste en los próximos años. En la zona euro, las cifras son muy dispares: Grecia, por ejemplo, tiene una deuda equivalente al 163,3% de su PIB, mientras Francia tiene un pasivo que ronda el 110% desde hace dos años y España se coloca con un 104,4%. Otros, por su parte, están muy por debajo de esos porcentajes: Alemania (62%), Países Bajos (43%), Austria (81,6%) o Suecia (31,6%). El BCE no es complaciente y advirtió recientemente de los riesgos que afronta la zona euro. “La mayor incertidumbre política y geopolítica, la debilidad de los fundamentos fiscales y la lentitud de la tendencia de crecimiento están agudizando los temores sobre la sostenibilidad de la deuda soberana de algunos países de la zona del euro”, señaló en su último informe anual de estabilidad financiera.
5.-Riesgo político liderado por Francia
Esta semana tomaba cuerpo la moción de censura contra el primer ministro francés, Michael Barnier. La inestabilidad política ha llevado a este gran motor económico europeo a encajar una notable subida de su prima de riesgo frente a Alemania, incluso por encima de países periféricos como Grecia, España o Portugal y solo superado por Italia. “Francia, con un déficit fiscal del 6%, el doble de la media europea, y una economía que necesita reformas urgentes, se encuentra atrapada en una tormenta política que amenaza con desbordar al Gobierno y desestabilizar uno de los pilares de la Unión Europea”, explica Ignacio Dolz de Espejo, director de soluciones de inversión en Mutuactivos. “Francia es actualmente el país de la Unión Monetaria con peor ratio déficit sobre deuda pública: Italia y Grecia, dos países cuya relación deuda sobre PIB es superior a la de Francia, han conseguido prácticamente el equilibrio presupuestario en 2024 en el caso del primero y un superávit neto en el caso del segundo”, explica Enguerrand Artaz, gestor de fondos de La Financière de l’Échiquier (LFDE).
Francia es el país de la Unión Monetaria con peor relación de déficit sobre deuda pública
Además, Alemania se encuentra en una encrucijada ante sus próximas elecciones generales, que serán el 23 de febrero, tras el colapso de la coalición liderada por Olaf Scholz. La mayor economía de Europa ha visto cómo sus problemas estructurales se han acumulado en los últimos años. Ha pasado de tener energía asequible e importar bienes baratos para exportar productos manufacturados a Rusia y China a todo lo contrario. Y afronta una profunda crisis industrial, especialmente en la industria del automóvil. Francia y Alemania afrontan las tensiones políticas que pueden extenderse a otros países del Viejo Continente ante la falta de gobiernos sólidos que puedan atajar los desequilibrios de sus economías y de encarar la amenaza arancelaria de Estados Unidos. El nuevo año no apunta a ser plácido para la inversión en Europa, menos aún si llegan turbulencias desde el otro lado del Atlántico.
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