María Jesús, jubilada, acaba de utilizar una caja de autocobro o autopago para hacer su compra en un supermercado. Reconoce que suele usarlas, pero solo cuando hay mucha cola en las cajas atendidas y carga con pocos artículos. “Creo que voy a tardar menos si voy por ellas”, asegura. Manuel, de 34 años, prefiere no utilizarlas. “Acabas haciendo tú el trabajo de alguien, y por el mismo precio”, afirma.
Las cajas automáticas, presentes desde hace años en hipermercados, se extienden en supermercados y tiendas de moda. Los sindicatos avisan del efecto en el empleo si se generalizan
María Jesús, jubilada, acaba de utilizar una caja de autocobro o autopago para hacer su compra en un supermercado. Reconoce que suele usarlas, pero solo cuando hay mucha cola en las cajas atendidas y carga con pocos artículos. “Creo que voy a tardar menos si voy por ellas”, asegura. Manuel, de 34 años, prefiere no utilizarlas. “Acabas haciendo tú el trabajo de alguien, y por el mismo precio”, afirma.
Las cajas de autocobro ganan peso en las grandes cadenas de la distribución, pese a que su uso levanta debate entre clientes, operadores y trabajadores. La digitalización y los avances tecnológicos ayudan a una implantación que no es nueva, pero sí más acelerada y sofisticada: ahora ocupan menos espacio y algunas llegan a detectar solas los productos que se compran.
Ejemplo de este impulso es Inditex. El grupo textil está nutriendo de estos terminales tanto sus tiendas nuevas como las que reforma, siendo mayoritarios frente a las cajas tradicionales. Estas se mantienen, pero son menos visibles. En esos locales, el autocobro llega a alcanzar el 90% de las operaciones, según reconoció la propia empresa, aunque desde ella se defiende que no se obliga a pasar por esas cajas, y que todo cliente que pide pagar en una normal, lo puede hacer.
Primark y Uniqlo también cuentan con sistemas de autopago, una fórmula que empieza a crecer también en los supermercados pese a que, por espacio, han sido menos habituales. Lidl empezó a instalarlas hace dos años, y en 2025 prevé incorporarlas a 200 tiendas de su red española. La valenciana Consum las ha instalado en 121 locales y este año llegarán a 40 más. En su caso, estas cajas suponen el 10% del total. Porcentaje parecido tiene Carrefour, pionera en esta fórmula, en sus hipermercados: el 11%, con 750 máquinas. En sus formatos de cercanía y conveniencia el número es mucho menor: 15.
Las tres empresas comparten argumentos a la hora de explicar por qué instalan estas cajas: aportan agilidad y generan ahorro de tiempo a los clientes. Y defienden que son complementarias a las tradicionales. “No sustituyen al sistema tradicional de cobro asistido”, se explica desde Lidl. “Nosotros las implantamos según la ubicación de la tienda, el tráfico y el tipo de cliente. Analizamos dónde encajan mejor”, dicen desde Consum. “Se trata de un servicio adicional a las cajas atendidas por personas que se complementan a la perfección”, defienden en Carrefour.

No todos los grandes operadores están incorporando el autopago. Dia no cuenta con estas cajas, aunque fuentes de la empresa reconocen que es una opción que “forma parte del abanico de herramientas que analizamos continuamente”. Eso sí, en la actualidad “no lo tenemos en nuestra planificación”.
Desde el líder de los supermercados son más rotundos. “En estos momentos, en Mercadona no nos planteamos las cajas de autocobro”, se apunta desde la compañía. Aunque no se explican los motivos, su postura es relevante y deja entrever una decisión meditada. Mercadona tiene los recursos para hacerlo: invierte cada año unos 1.000 millones de euros en la mejora de sus tiendas y de sus procesos. Además, ha transformado y modernizado el grueso de su red física, apostando por tiendas más grandes, más eficientes y más tecnológicas. Pero siempre sin incorporar cajas de autocobro.
¿Destruyen empleo?
Detrás de la implantación de estos dispositivos surge el debate sobre su impacto en el empleo. El número de afiliados medios al régimen general de la Seguridad Social en junio en el comercio minorista rozó los 1,5 millones de trabajadores, 23.000 más que un año antes. Es el mejor dato en un mes de junio en la serie histórica.
Todas las empresas consultadas para este reportaje niegan que su instalación destruya puestos de trabajo. “Para la compañía, las cajas atendidas por personas son el punto más importante en la atención al cliente”, dicen en Carrefour. “Estas tecnologías no conllevan una reducción de plantilla”, argumentan en Lidl. “Permiten liberar al personal de tareas repetitivas para que puedan enfocarse en funciones de mayor valor añadido”, añaden.
Los principales sindicatos del sector no son tan tajantes, aunque reconocen que, en la actualidad, no se aprecia una destrucción de empleo provocada por esta tecnología.
Los sindicatos sí ponen el acento en la transformación de los roles dentro de las tiendas, y en la reducción de efectivos dentro de ellas. “Cuando se implantaron hace años en los hipermercados, hubo una bajada de plantilla clarísima”, recuerda Antonio Pérez, secretario general de Fetico. “Ahora no se están perdiendo puestos, pero la plantilla en una tienda puede haber bajado un 10%. Son empleos que no se pierden, porque hacen otras tareas o se reubican en una nueva apertura”, añade. “Si el autocobro es un primer paso para cerrar tiendas, estaremos en contra. Pero no vemos que ahora esté sucediendo”, añade Pérez.
José Luis Vila, responsable de acción sindical y negociación colectiva de comercio en UGT, es tajante en el rechazo a las cajas de autocobro. “No somos partidarios. Donde antes había cuatro cajas con cuatro cajeras, ahora hay cuatro automáticas para una cajera. Su trabajo lo está haciendo el cliente, y las empresas se quitan costes salariales”, afirma. Vila lo compara con la banca y el nacimiento del cajero automático, que redujo la afluencia a las oficinas. Una extrapolación que Antonio Pérez ve “exageradísima”: “En la banca se destruyó empleo por un problema de cierre masivo de sucursales”.
Eugenio Gámez, responsable de comercio de CC OO, tampoco aprecia una destrucción de empleo, pero pone el acento en la necesidad de formación para las empleadas de caja que pueden ser desplazadas por un terminal automático. “Sobre todo los compañeros de determinada edad no van a tener posibilidad de acceder a nuevos puestos que se demanden en el sector”, añade. Además, reconoce que es un asunto que, junto a otros ligados a la digitalización y su impacto en el empleo, es tema de debate. Y avisa: “Si hay un peligro tangible de desaparición de puestos de trabajo, el autocobro deberá tratarse en la negociación colectiva”, afirma.
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