Elon Musk desistió de su incursión en la política de Washington para no seguir dañando sus negocios, especialmente, la compañía de coches eléctricos Tesla. Así que su anuncio de este sábado en un post en su red social, X, de que había fundado (o fundará, no quedaron claros los tiempos, ni muchos otros detalles) un partido que sirva de alternativa a demócratas a republicanos, no pareció la mejor idea para apear la cotización de Tesla de la montaña rusa en la que vive instalada, desde hace meses más pendiente de las aventuras lejos de los negocios de su fundador y presidente, que de pedidos o márgenes empresariales.
La acción baja más del 7% en la apertura ante un nuevo enfrentamiento del hombre más rico del mundo con su antiguo socio, Donald Trump
Elon Musk desistió de su incursión en la política de Washington para no seguir dañando sus negocios, especialmente, la compañía de coches eléctricos Tesla. Así que su anuncio de este sábado en un post en su red social, X, de que había fundado (o fundará, no quedaron claros los tiempos, ni muchos otros detalles) un partido que sirva de alternativa a demócratas a republicanos, no pareció la mejor idea para apear la cotización de Tesla de la montaña rusa en la que vive instalada, desde hace meses más pendiente de las aventuras lejos de los negocios de su fundador y presidente, que de pedidos o márgenes empresariales.
Este lunes, las acciones arrancaron la sesión con un nuevo desplome del 7,8%, motivada por la decisión de Musk, que también ha agravado su enfrentamiento con Donald Trump, presidente de Estados Unidos, que puso a Musk al frente de esa motosierra del gasto público llamada Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE). Hasta hace poco eran los mejores amigos y aliados políticos; ahora Trump lo califica de desastre (train wreck, en inglés).
“Me entristece ver cómo Elon Musk ha descarrilado por completo, convirtiéndose esencialmente en un DESASTRE durante las últimas cinco semanas. Incluso quiere empezar un Tercer Partido Político, a pesar del hecho de que nunca han tenido éxito en los Estados Unidos; el sistema no parece diseñado para ellos», escribió Trump en su red social, Truth, a última hora de la noche del domingo en Washington (madrugada en España). El post hacía referencia a la escasa fortuna de quienes, de Ross Perot a Ralph Nader, han tratado de buscar una alternativa al bipartidismo estadounidense.
“Cuando se trata de llevar a nuestro país a la bancarrota con despilfarro y chanchullos, vivimos en un sistema de partido único, no en una democracia. Hoy, el Partido América se forma para devolverte tu libertad”, había escrito Musk un día antes en X.
Tras un año de idilio, que empezó con la decisión de Musk de apoyar la candidatura de Trump a la reelección (con una aportación récord a la campaña 260 millones de dólares), llegó el sonado divorcio en directo, que se materializó en un cruce de insultos lanzados por sus protagonistas desde las redes sociales de cada cual.
El motivo de la bronca fue la reforma fiscal de Trump, la One Big Beautiful Bill (BBB; “una ley grande y hermosa”, en español”), que los republicanos aprobaron la semana pasada en el Congreso. Musk se ha opuesto con fiereza a ella. La norma recorta los beneficios fiscales para los coches eléctricos y limita las multas a los fabricantes que no cumplan ciertos criterios de contaminación, unas sanciones que otras marcas evitaban mediante la compra a Tesla de derechos de emisión.
Aumento en el déficit público
Musk ha argumentado que los ataques a la ley, que incluye recortes de impuestos a los más ricos y cambios en el escudo social de las rentas más pobres, se deben, no tanto a sus intereses personales, como al déficit público que la BBB traerá consigo: 3,3 billones de dólares en los próximos 10 años, según una agencia independiente del Congreso.
Trump firmó la ley el viernes pasado, Día de la Independencia en Estados Unidos. En esa jornada festiva, Musk lanzó una encuesta en la que preguntaba a sus más de 221 millones de seguidores en X si había llegado la hora de fundar un partido político, como venía amenazando que haría en las últimas semanas. Respondieron 1,25 millones de cuentas. Un 65% se mostró partidario de la idea.
El sábado, Musk anunció sus intenciones. El hombre más rico del mundo no ha tramitado ningún permiso para fundar el Partido América, ni ha dado más detalles sobre sus planes, si bien ha sugerido que podría buscar alterar el equilibrio (irrompible desde hace un siglo) entre demócratas y republicanos, financiando la elección de candidatos a un puñado de escaños en el Senado o la Cámara de Representantes con los que después pueda inclinar el voto decisivo en ciertas leyes en función de sus intereses. En el Capitolio ya existen parlamentarios independientes, como, por ejemplo, el senador Bernie Sanders, pero se entiende que asociados a demócratas, como en el caso de Sanders, o republicanos.
El mercado ha dado sobradas pruebas de su hartazgo con el perfil político de Musk, antes y después de su idilio con Trump. La aparente incoherencia de vender vehículos eléctricos de alta gama y participar en un Gobierno cuya agenda extremista suele calificar el cambio climático de estafa no ha sentado bien entre la base de clientes. Tampoco, los recortes que impulsó al frente del DOGE, que acabaron con agencias federales enteras y forzaron el despido de decenas de miles de funcionarios.
Musk se convirtió así en el blanco predilecto de las manifestaciones contra la actual Administración y Tesla sufrió por todo el mundo actos de vandalismo contra sus coches, estaciones de carga y concesionarios. Estos llevaron a Trump a convertir la Casa Blanca en un concesionario para mostrar su apoyo al empresario.
Las ventas de Tesla han disminuido un 13% dos trimestres consecutivos y la empresa afronta su segundo año de caídas de ventas en un mercado al alza, a pesar del lanzamiento de nuevos modelos. “Los inversores se están cansando de la distracción en un momento, en que la empresa necesita más la atención de Musk, y solo ven una desventaja si vuelve a meterse en política”, dijo el lunes en una nota Jed Dorsheimer, analista de William Blair, que rebajó la calificación de Tesla.
El conflicto con Trump es potencialmente dañino para Musk en la medida en que puede afectar a sus iniciativas en los múltiples ámbitos en los que Tesla y sus empresas depende de la Administración: coche eléctrico, vehículos autónomos, robotaxis, inteligencia artificial o misiones espaciales. También, porque, después de ponerse en contra a los compradores demócratas, ahora tiene también enfadados a los republicanos.
La llegada de Musk al Gobierno disparó a máximos la cotización de la empresa ante la expectativa (aireada por el propio empresario) de que Trump modificaría la regulación para facilitar la venta de los coches autónomos de Tesla en todo el país. La conducción autónoma es la gran apuesta de la empresa y el gran caramelo en la boca de los inversores, dado que es un área de negocio de márgenes muy elevados. Tesla pasó de cotizar a 210 dólares en octubre, antes de las elecciones, a rondar los 500 a finales de diciembre. Desde entonces ha perdido pie, entre los malos datos de ventas y las broncas extraempresariales del dueño, y ha bajado al entorno de los 300 dólares.
“Musk sumergiéndose de forma más profunda en la política y ahora tratando de atacar el establishment político es exactamente la dirección opuesta a la que quieren los inversores durante este período crucial para la historia de Tesla», explica a Bloomberg el analista Dan Ives. “Con el futuro autonómo por delante y la revolución de la IA a, Musk debería evitar actos de provocación. Trump puede crear más obstáculos para Musk, así como para Tesla y SpaceX si la batalla política se intensifica de cara a las elecciones de mitad de mandato en 2026″.
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