Primero apostaron por digitalizar la tradición de regalar una rosa por Sant Jordi y montaron una plataforma que el año de la covid permitía cumplir con esta costumbre a golpe de clic. Ya dentro de la industria floral, Óscar Gallego, Carol Frau y Carles Grau vieron que los avances tecnológicos daban paso a una vegetación artificial más realista y que la categoría estaba creciendo a buen ritmo en otros países. Conjugaron digitalización y consumo, y construyeron lo que es hoy Blaine, una compañía que desde 2020 diseña, fabrica y vende a través de la web réplicas de plantas y flores a particulares y empresas, a las que ofrece servicios de decoración.
Blaine fabrica plantas artificiales para decoración y factura cuatro millones de euros
Primero apostaron por digitalizar la tradición de regalar una rosa por Sant Jordi y montaron una plataforma que el año de la covid permitía cumplir con esta costumbre a golpe de clic. Ya dentro de la industria floral, Óscar Gallego, Carol Frau y Carles Grau vieron que los avances tecnológicos daban paso a una vegetación artificial más realista y que la categoría estaba creciendo a buen ritmo en otros países. Conjugaron digitalización y consumo, y construyeron lo que es hoy Blaine, una compañía que desde 2020 diseña, fabrica y vende a través de la web réplicas de plantas y flores a particulares y empresas, a las que ofrece servicios de decoración.
Aunque pusieron el motor en marcha con recursos propios, poco después acudieron por primera vez a una ronda de financiación en la que captaron unos 300.000 euros. “La oportunidad era muy grande y la podíamos cubrir si éramos los líderes en el mercado”, cuenta al otro lado del teléfono Gallego, fundador y director ejecutivo. “Para eso necesitábamos una capacidad de aceleración mucho más rápida de la que nos podía permitir, por ejemplo, la reinversión de beneficios”, apunta. El pasado marzo, la compañía cerró su último proceso de este tipo hasta la fecha, de 2,3 millones de euros. “Nos apoyamos desde el día uno en inversores estratégicos, que nos podían aportar tanto capital como capacidad de crecimiento rápido”, asegura.
Uno de los principales retos era desafiar la idea que se tenía de este tipo de plantas como poco realistas, de mala calidad. “Que cuando pase una persona dude de si es natural o artificial. Ese es el objetivo”, comenta el director ejecutivo. Diseñar y fabricar sus referencias era fundamental para lograrlo. En su centro de producción y logística en Vilassar de Mar, en Barcelona, combinan elementos naturales, como troncos y cañas, con hojas artificiales. “El paquete final que recibes, a día de hoy, es muy complicado que te des cuenta de que no es una planta natural. Si la tocas, sí, pero en la corta y media distancia, tienes la duda”. Desde la localidad catalana venden a 18 países, entre los que se encuentran Alemania, Italia, Francia, Portugal y Reino Unido, aunque el español es su principal mercado.
El proyecto arrancó inicialmente con la venta web dirigida al consumidor particular. Sin embargo, comenzaron a recibir peticiones de empresas y decidieron desarrollar también ese modelo. “Decoramos desde una peluquería pequeña, cualquier tipo de pyme, a una gran cadena de hoteles, hospitales, restaurantes…”, señala. Gallego considera clave que ya no se consumen solo productos o servicios, sino experiencias, y Blaine, apunta, puede contribuir a reforzarlas: “Nosotros somos una empresa de marketing visual, conseguimos que tu negocio facture más gracias a hacerlo más bonito”.
Actualmente, esta modalidad está solo disponible en el territorio nacional. “Nos hemos centrado mucho este año en entender muy bien, perfilar y acabar de pulir el modelo en España y, a partir de ahí, ya lo escalaremos masivamente a nivel europeo”, señala Gallego sobre el plan para 2025. Actualmente, la venta a empresas supone el 40% de la facturación de la compañía, que prevé cerrar este año, en el que ya ha alcanzado la rentabilidad, con unos ingresos de alrededor de cuatro millones. “Y el año que viene multiplicaremos por dos”, adelanta este barcelonés de 30 años y economista de formación. En la compañía, en la que trabajan 22 personas, quieren llegar a recrear la naturaleza causándole el menor impacto posible. “Tenemos un proyecto en el que, a cinco años vista, queremos que el 90% de nuestras plantas sean de plásticos reciclados y, por lo tanto, generar una economía circular”, asevera el director ejecutivo.
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